Postergación de la maternidad y los hábitos nocivos están mermando la capacidad reproductiva, lo que se busca sensibilizar en junio como Mes del Cuidado de la Fertilidad.
Lograr concebir un bebé puede ser un camino complicado y largo que afecta a miles en Chile.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de seis personas en edad reproductiva es infértil, por lo que estadísticas a nivel internacional y nacional indican que 15% a 20% de las parejas padece infertilidad, condición médica que puede tener severas repercusiones sobre el bienestar integral.
Por eso junio es el Mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad, dando un contexto para sensibilizar el impacto de la infertilidad, los factores que hacen que su diagnóstico vaya en alza, y las oportunidades y desafíos para promover la salud reproductiva y el éxito de la reproducción asistida como alternativa para quienes no han podido tener un embarazo natural.
Problemática que ven en sus consultas y abordan desde sus experticias el ginecólogo Italo Ciuffardi y el urólogo Aníbal Neyra, ambos formados en la Universidad de Concepción (UdeC).
La infertilidad
La OMS define la infertilidad como la incapacidad de lograr naturalmente un embarazo tras un año de relaciones sexuales frecuentes sin usar método anticonceptivo.
Y el doctor Ciuffardi, médico director y director técnico del Instituto Medicina Reproductiva que se fundó hace tres décadas en Concepción, explica que la infertilidad puede ser primaria, cuando la mujer/pareja nunca ha tenido embarazo, o secundaria si hubo un embarazo y luego no es posible con la misma u otra pareja.
En relación a los orígenes de la infertilidad, el especialista en medicina reproductiva aclara que 40% de los casos se atribuyen a una causa femenina, el 30% a una causa masculina y en el otro 30% ambos son infértiles. “Es decir, en 1 de 3 parejas ambos tienen el problema”, precisa.
Los orígenes
El origen de la infertilidad puede ser variado tanto en mujeres como varones, influyendo factores biológicos-genéticos, ambientales y patológicos que pueden mermar la fertilidad, entre los que se incluyen anomalías de tipo anatómico, distintas enfermedades, exposición a tóxicos y uso de ciertos medicamentos, por ejemplo.
“En la mujer más de la mitad de los casos son por factores del aparato reproductor interno y origen tubárico, en trompas de Falopio”, precisa el ginecólogo.
Añade que cerca del 30% se debe a que la baja reserva de óvulos y/o no ovular, la mayoría de las veces por causas endocrinas como ovarios poliquísticos o desórdenes hormonales.
“La tercera causa es la endometriosis, una enfermedad inflamatoria pélvica inmunológica”, aclara. Se estima que cerca del 10% de las mujeres en edad reproductiva padece esta patología que, por su naturaleza y de diferentes formas, genera una alteración anatómica que conduce a pérdida de funcionalidad que puede terminar por alterar la fertilidad.
“En el caso del hombre se debería lograr que un espermatozoide sano que se genera en el testículo logre salir y llegue al óvulo de la mujer de forma adecuada. Cualquier enfermedad o factor que pueda alterar este proceso es causa de infertilidad masculina”, expone el doctor Neyra, urólogo de Clínica Biobío.
Así que es una diversidad de orígenes que va desde anomalías y enfermedades a traumatismos, sobre lo que resalta que “una de las causas más frecuentes que vemos es el varicocele, pero tener esta afección no necesariamente es o será una causa de infertilidad, es sólo un factor predisponente”.
El factor social
Un variopinto que permite explicar la alta prevalencia de la infertilidad, sea por causa individual o combinada en una pareja de mujer y hombre.
Sin embargo, el aumento de la infertilidad en la población la respuesta es un fenómeno que no se puede desvincular factores y transformaciones socioculturales.
El principal determinante es la edad materna, asegura Ciuffardi, y el desencadenante de la mayor infertilidad es la postergación de la maternidad que se da en la sociedad contemporánea, cuando las mujeres están buscando ser madres a edades más avanzadas que en otras épocas para avanzar primero en su desarrollo académico, profesional-laboral y personal.
La razón biológica, aclara, es que a mayor edad disminuye la cantidad y calidad de los óvulos. La edad fértil-reproductiva femenina es un rango amplio y variable entre personas, que puede comprender cerca de dos décadas hasta los 40 años, con un peak entre los 18 y 30 años cuando empieza a decaer esta capacidad y que es aún más aguda la caída desde los 35 años.
Además, pensando tanto en mujeres como en hombres, está la influencia sobre el estado de salud y fertilidad que tienen los estilos de vida y hoy los que llevan a daño orgánico y patologías crónicas.
Sobre ello, el doctor Neyra advierte que “son más frecuentes enfermedades y hábitos que pueden estar relacionados con la infertilidad como el consumo de tabaco, la obesidad y la falta de actividad física”.
Cuidar la fertilidad y embarazo a futuro, una decisión a asumir desde el presente
Reconocer los factores socioculturales que están llevando al aumento de la infertilidad permite reconocer que en muchos casos se puede prevenir con cambios conductuales y/o aprovechando las posibilidades que da la medicina en términos de preservación y reproducción asistida.
Preservar a tiempo
Son materias cada vez más críticas de abordar y se alinean con el Mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad, porque el ginecólogo experto en medicina reproductiva Ítalo Ciuffardi asevera que prolongar la fertilidad es una decisión que se debe tomar hoy, en el más joven presente de quien tenga el deseo de concebir a futuro.
Las recomendaciones básicas para cuidar la fertilidad y el estado de salud general son llevar una vida sana con hábitos como seguir una alimentación saludable, realizar actividad física, evitar el tabaco, limitar el alcohol, mantener un peso corporal adecuado y prevenir condiciones patológicas como obesidad, resistencia a la insulina o diabetes. Cuando existan diagnósticos es crucial mantener las patologías controladas.
Y recalca que, por más sana que esté una persona y sobre todo mujeres, el reloj biológico sigue corriendo y hay funciones que naturalmente decaen con el paso del tiempo como la fertilidad. Ahí juega el rol la criopreservación que permite conservar la fertilidad de mujeres y hombres, permitiendo prolongar hacia el futuro el potencial presente para lograr un embarazo y a la que asegura que cada vez más están accediendo a nivel local.
Por eso, parejas o personas que deseen ser madres o padres en etapas posteriores deben preocuparse ahora y optar por criopreservar ovocitos o espermios en edad joven cuando es óptima la calidad de ovocitos y espermios.
Para el proceso primero se evalúa el estado de la fertilidad. “Con un par de exámenes un varón o una mujer pueden saber si su potencial de fecundidad está alterado por alguna razón idiopática de nacimiento o por alguna condición que haya adquirido durante su niñez”, explica el doctor Ciuffardi.
Si el resultado es positivo, cuenta que la mujer puede someterse a un tratamiento simple y corto en que se extraen sus óvulos para criopreservarlos, a varones se extrae y congela su semen. “Así ambos tendrán una mejor alternativa cuando decidan que ha llegado el momento de engendrar un hijo”, sostiene.
¿Cuándo criopreservar? “Lo ideal es que la mujer lo haga antes de los 34 años. Después se pueden congelar óvulos, pero mientras antes es mejor”, asevera.
La reproducción asistida
La edad y sobre todo la materna, afirma Ciuffardi, también incide en los resultados de la reproducción asistida que, con diversas técnicas de las menos a más complejas e invasivas que van desde uso de fármacos a fertilización in vitro, aparece como alternativa terapéutica para lograr la concepción de un bebé cuando el embarazo no se da de forma espontánea.
Los casos y terapias se complejizan según origen de la infertilidad o si ambos son infértiles, que siempre es más difícil de abordar.
“La tasa de éxito de las terapias en un buen centro está entre 55% y 60% de los casos. Las pacientes más jóvenes tienen más probabilidades: antes de los 30 años tienen tasas de embarazo sobre 60%, con embrión único, en la medida que vas progresando en edad va bajando la tasa de embarazo y a los 40 años el éxito de la fecundación in vitro no supera el 10% o 15%”, asevera.
Eso sí, advierte que la consulta suele ser tardía, personas que por años intentan concebir o mujeres que han tenido varios abortos espontáneos. Lo ideal es consultar a tiempo.
Ante los distintos escenarios, tras realizar exámenes y con todos los factores implicados sobre la mesa, se plantean las opciones de tratamiento ideales según cada caso y abordando los pronósticos de forma realista en base a la evidencia.
El manejo de la expectativa es crucial, sostiene, porque la infertilidad y tratamientos tienen directo impacto sobre la salud emocional y mental, habiendo alta incidencia de cuadros como ansiedad o depresión. Por eso, muchas personas requieren acompañamiento psicológico en este proceso.
De avances a retos
El doctor Ítalo Ciuffardi expone que el mayor diagnóstico de infertilidad va de la mano con el aumento de los tratamientos en Chile.
Y en ello destaca que se acortaron las brechas para acceder a terapias reproductivas en el sistema público a través del Bono PAD de Fonasa que reduce su costo, y ha propiciado que muchas más parejas consulten porque tienen la posibilidad. “En 2018, cuando la entidad estatal logró codificar la fecundación in vitro, hubo una explosión. En el IMR, de hacer 150 casos al año pasamos a hacer 650 y el año pasado hicimos 900”, afirma.
El mayor acceso es un gran avance, pero que también plantea retos y el principal está en legislar o regular en materia de fertilidad.
El periodo máximo para mantener congelado el material y qué hacer tras ese tiempo, edad tope para acceder a métodos de reproducción asistida, preservar la fertilidad de adolescentes y jóvenes que se sometan a terapias como quimioterapias que la alterarán son temas que en otras naciones están normadas o se han abordando y que, asevera, hoy urge enfrentar y hacerse cargo como país.
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